Contar que he estado en La casa encendida, en un taller con Jordi Doce.
Paseé por Madrid, que en otoño tiene el sol oblicuo y arrugado.
Volví también al Hayedo de Tejera Negra, el más meridional de la península (preciosa palabra). Subimos hasta el collado de las cabras y los más valientes se arriesgaron aún más, hasta el vértice geodésico.
Y es que hay gente que necesita subirse a lo más alto, la última piedra, sobre la brizna de musgo que cría la caliza.
Lo difícil es conservar el orgullo y el músculo.
Paseé por Madrid, que en otoño tiene el sol oblicuo y arrugado.
Volví también al Hayedo de Tejera Negra, el más meridional de la península (preciosa palabra). Subimos hasta el collado de las cabras y los más valientes se arriesgaron aún más, hasta el vértice geodésico.
Y es que hay gente que necesita subirse a lo más alto, la última piedra, sobre la brizna de musgo que cría la caliza.
Lo difícil es conservar el orgullo y el músculo.
Una foto, ese mismo día, de Chema Fernández:
"No se preocupe:
me nacen arañazos cuando espero"
Luis Rosales, La casa encendida
.
7 comentarios:
Por fiiin es otoñoooo
Algún día iré a la Tejera Negra...
¡Qué buenos esos versos!
:)
Un besoooote, ¡y gracias! espero que se den bien los 21
Preciosa la foto. Quiero teletransportarme ya: al hayedo y a esos versos. ¡Ya!
Besos.
El collado de las cabras, yo estuve por allí, haciendo el ídem.
"Pinta" bien esa excursión. Seguro que has traído los pulmones renovados y la mirada luminosa
Un abrazo
Merce
Lástima no haber coincidido en tus andanzas madrileñas...
La próxima.
Geodésico es una palabra muy buena.
Geodésico??? Sí??? Vale.
Julio: ¿no fuiste a Alcalá, tampoco?
Merce, Leo: la subida es muy bonita, la cumbre más.
Bea: que sea pronto; de momento, este otoño ya no podrás verlo así (hay que pedir cita, como en el médico)
Rubén: ¿sí? Donde crees que ya no ha podido llegar nadie, están las cabras. Je.
Publicar un comentario