sábado, 7 de noviembre de 2009

Una línea de luz bajo la puerta

Contar que he estado en La casa encendida, en un taller con Jordi Doce.
Paseé por Madrid, que en otoño tiene el sol oblicuo y arrugado.

Volví también al Hayedo de Tejera Negra, el más meridional de la península (preciosa palabra). Subimos hasta el collado de las cabras y los más valientes se arriesgaron aún más, hasta el vértice geodésico.
Y es que hay gente que necesita subirse a lo más alto, la última piedra, sobre la brizna de musgo que cría la caliza.
Lo difícil es conservar el orgullo y el músculo.
Una foto, ese mismo día, de Chema Fernández:






"No se preocupe:
me nacen arañazos cuando espero"

Luis Rosales, La casa encendida

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7 comentarios:

Beíta dijo...

Por fiiin es otoñoooo
Algún día iré a la Tejera Negra...

¡Qué buenos esos versos!
:)
Un besoooote, ¡y gracias! espero que se den bien los 21

leo dijo...

Preciosa la foto. Quiero teletransportarme ya: al hayedo y a esos versos. ¡Ya!
Besos.

rubén dijo...

El collado de las cabras, yo estuve por allí, haciendo el ídem.

Filoabpuerto dijo...

"Pinta" bien esa excursión. Seguro que has traído los pulmones renovados y la mirada luminosa


Un abrazo

Merce

Julio Castelló dijo...

Lástima no haber coincidido en tus andanzas madrileñas...
La próxima.

Anónimo dijo...

Geodésico es una palabra muy buena.

Amparo dijo...

Geodésico??? Sí??? Vale.
Julio: ¿no fuiste a Alcalá, tampoco?
Merce, Leo: la subida es muy bonita, la cumbre más.
Bea: que sea pronto; de momento, este otoño ya no podrás verlo así (hay que pedir cita, como en el médico)
Rubén: ¿sí? Donde crees que ya no ha podido llegar nadie, están las cabras. Je.