Tal vez el final de este tiempo traiga una nueva era para el arte, un neoneorrealismo que nos estabilice.
Junto al Jarama, que nace y crece en Guadalajara hasta que decide cambiar el curso, nos sobrecogen estas cárcavas de vértigo y equilibrio, buen escondite; por el camino, con nieve, vimos huellas que después interpretamos (zorro, jabalí); el aire paralizado, los pájaros de las alturas extrañados de vernos y, a lo lejos, la sierra blanca y durmiente.