El FMI alerta del "riesgo de que la gente viva más de lo esperado"
El gabinete de crisis correspondiente lleva un tiempo reunido intentando, mediante una tormenta de ideas, algo creativo para solucionar el problema.
La principal dificultad estriba en definir cuál es exactamente el problema: el riesgo / la gente viva / más/ lo esperado/ otros.
La Ciencia Ficción no existe.
Ni siquiera la Ficción.
Recomiendo la lectura de libros larguísimos y geniales como este, que entretengan la espera.
Leí una vez (contra el canon bibliotecario) que la gente que utiliza las bibliotecas suele ser la que, además, compra libros.
Es cierto. Con frecuencia he comprado libros porque los había leído previamente y me habían gustado. Además he descubierto a autores que, de no haber sido por ver sus obras en una biblioteca, jamás habría conocido (y he comprado sus libros).
En los últimos tiempos el mal de la escasez ha llegado a ellas. Es difícil encontrar novedades o libros de autores recientes (jóvenes, menos jóvenes).
Ejemplo. Leí aquí: http://criticadepoesia.blogspot.com.es/ una reseña interesante sobre libros de poemas publicados en 2011. Ni uno solo de ellos estaba en la biblioteca que frecuento o en otras cercanas. No me parece mucho comprar dos o tres de ellos y ver qué tal, pero ¿qué dos o tres?, ¿por qué uno y no otro? Sería estupendo poder echarles un vistazo y luego decidir cuál comprarme: aquel que quiera tener cerca y leerlo varias veces a lo largo de mi vida.
A los usuarios nos han pedido, desde la biblioteca, que colaboremos ofreciendo libros novedosos que tengamos, comprando algún libro de los más solicitados y entregándolo, etc... Haremos cuanto podamos.
Entre la corte vulgar de la muchedumbre, ha vivido.
A simple vista apenas puede destacarse su plumaje distinto entre lo gris sobre lo gris de cualquier invierno.
No se puede describir su resplandor, como nadie puede hablar con certeza de las cosas que han ocurrido solo una vez.
Los verdaderos tesoros siempre están bien ocultos
evitan ponerse al alcance
de los aduladores
(esos que en lugar de ojos y corazón tienen solo aparato digestivo).
En la fotografía de la muchedumbre
mi cabeza es la séptima de la orilla,
o tal vez la cuarta a la izquierda,
o la veinte desde abajo;
mi cabeza no sé cuál,
ya no una, no única,
ya parecida a las parecidas,
ni femenina, ni masculina,
las señales que me hace
son ningunos rasgos personales;
quizás la ve el Espíritu del Tiempo,
pero no la mira;
mi cabeza estadística
que consume acero y cables
tranquilísima, globalísimamente;
sin la vergüenza de ser una cualquiera,
sin la desesperación de ser cambiable;
como si no la tuviera en absoluto
a mi manera y por separado;
como si se hubiera desenterrado un cementerio
lleno de anónimos cráneos
en un aceptable estado de conservación
a pesar de su mortalidad;
como si ya hubiera estado allá
-mi cabeza, una cualquiera, ajena-
donde, si recuerda algo,
sea tal vez el profundo futuro. De "Si acaso" 1978
Versión de Abel A. Murcia
en los ascensores, detrás de la novela romántica.
Así era. Hacía tiempo que no pasaba por La casa del libro a comprar poesía; había cambiado de ubicación. Antes se subían unas escaleritas a una entreplanta y ahí estaba.
Pregunté dónde habían puesto la sección porque no había modo de encontrarla en la planta baja. Y eso me dijeron:
Al fondo, en el rincón de los ascensores, detrás de la novela romántica. Y detrás quería decir DETRÁS. Una especie de estanterías móviles que albergaban la novela romántica ocultaban por completo los libros de poesía. Si querías verlos, tenías que andar moviendo los paneles para uno u otro lado.
No compré nada y me fui a otro sitio.
Me he traído, entre otras cosas:
Además, los Reyes me trajeron, inesperadamente (que es como siempre tendría que ser: sorprendente), el librito de Francisco José Martínez Morán "La estación de madera":
de la colección Lecturas Graduadas, dirigida a trabajar la comprensión lectora y la escritura en el aprendizaje del castellano (nivel 0).
Me ha gustado un montón el cuento, las ilustraciones y la preciosísima dedicatoria en ¡tinta verde!
Mil gracias.
Seguidamente, el japonés Hayakawa presentó un nuevo modelo de vivienda, concebido y elaborado en su país: Se trataba de un edificio de ochocientas plantas, con una maternidad, casa cuna, escuelas, tiendas, museos parque zoológio, teatro, cine y crematorio. El proyecto asignaba los locales subterráneos para las cenizas de los muertos, la televisión de cuatro canales, una sala para emborracharse y una clínica para la curación de los alcohólicos, otra sala parecida a un gimnasio para el ejercicio sexual colectivo (lo cual reflejaba las ideas progresistas de los autores del proyecto) y unas catacumbas destinadas a los grupos subculturales. Era ciertamente nueva la idea de que cada familia, diariamente, se mudara de piso, para lo cual el traslado habría de efectuarse según el movimiento del peón o del caballo en el ajedrez. Esto se hacía para evitar toda clase de hastío o de frustración; en cualquier caso, dicho edificio, de un volumen total de diecisiete kilómetros cúbicos, con sus cimientos en el fondo del océano y cuya superestructura subía hasta la estratosfera, tenía prevista, asimismo, su propia computadora matrimonial, una especie de casamentera electrónica basada en el sadomasoquismo (pues las parejas formadas por un sádico y una masoquista, o al revés, son, estadísticamente las más duraderas, por cuanto cada miembro suele encontrar en esa unión lo que ansía). El edificio estaba dotado, asimismo, de un centro de terapia contra el suicidio.
Stanislaw Lem: Congreso de futurología.
(Melancolía: me gustó la película, muchísimo la música, bastante los actores aunque su director me parece un bocazas)